UN VUELTO LARGO

El Mundo Al Vuelo (reencauchado... un poco más detallado -y menos aburrido-). Tailandia, Laos, Vietnam, Camboya, Singapur, España (oops, una de estas cosas, no es como las otras)

11 junio 2006

Su Majestá está de Aniversario: ¡Larga vida al Rey!


Sawatdi Kaa,

Cómo el título lo dice, en estos días el reino de Tailandia está de fiesta celebrando los 60 años de su adorado rey Bhumibol Adulyadej (Rama IX). Aunque la celebración más importante es este lunes, 12 de junio, han habido otras celebraciones más pequeñas. Uno de los eventos más importantes de estas fechas es el recorrido por el río de los barcos reales, los cuales sólo han salido 15 veces desde 1.940. Así que era algo que no me quería perder.

Por estos días mucha gente se viste de amarillo, ya que éste es el color del Rey, porque nació un lunes y como todos sabemos el color correspondiente al lunes es el amarillo (me enteré hace unas horas). Ayer todo el mundo (el 90% de la ciudad) estaba vestido de amarillo, incluyéndome, excepto mi amigo que iba de camiseta roja (a él le gusta resaltar, es un artista, quiere ser famoso y reconocido). Parecíamos todos lindos pollitos.

Ayer organizé todo mi día para asistir a este evento. Terminé una reunión más temprano de lo esperado, me encontré con un amigo colombiano, Klaus (nombre re-colombiano) y fuimos hacia el puerto a tomar un barco hacia otro puerto y encontrar espacio para ver el desfile. Llegamos al puerto a las 2 de la tarde, pero el último barco había salido a la 1:30 p.m., así que tuvimos que coger un bus (generalmente no es lo ideal, pero en esta zona no hay tren) y afortunadamente el tráfico no estaba pesado y pudimos llegar a tiempo. A tiempo para ver que la mitad de la ciudad tuvo la misma idea que nosotros y estaban tratando, a última hora, de conseguir un lugar para ver el desfile.

Esta procesión estaba planeada desde hace mucho, los hoteles al lado del río ofrecían un menú especial para esta ocasión, con precios bastante altos. Desde días atrás todo estaba reservado. Yo no reservé, no por el precio, sino porque me gusta estar donde está el pueblo para ser parte de la acción. También habían algunos barcos especiales que tenían en la parte superior una gradería (sillas acomodadas como en un estadio) y también allí los tiquetes se agotaron con muchos días de anterioridad.

Escogimos este lugar y no otro, porque yo creía haber visto un pedazo de terreno abierto, desde donde se veía el río, pero resultó siendo el Club Naval, así que la entrada era restringida. Al llegar al puerto ubicamos fácilmente (el señor nos ubicó a nosotros para ser exactos) un lugar que vendía tiquetes para ver el desfile. En esta parte no hay espacios abiertos al lado del río sino sólo casas y restaurantes pequeños. Nos llevó a diferentes lugares, pequeñas plataformas al lado del río, con sillas de plástico asinadas, en las que sería muy difícil sentarse cómodamente, pero también ya todos los lugares estaban reservados, ni hablar de los restaurantes. El señor hizo lo posible para ganarse su comisión, nos llevaba a lugares a los que se llegaba atravesando pequeños callejones y puentecitos de madera, pero todo era inútil. Al final nos llevó (Klaus fue, yo me quedé esperando a Kelly, otra amiga) a un lugar en un tercer piso, una terraza dentro de una casa, en la que no había baranda sino pared, pero subiéndonos encima de una silla lograríamos ver los barcos. Por este privilegiado lugar, a pleno sol, querían cobrarnos más de 10 dólares. Así que desistimos... no pude ver los barquitos.

Mientras caminabamos, veíamos ríos de pollitos yendo y viniendo, con la misma idea de encontrar un lugar, algunos sin saber que ya era demasiado tarde.

Después de caminar, dar vueltas, esperar bajo un árbol al lado de tailandeses muy amables y serviciales, sudar, tratar inútilmente de comunicarnos con nuestros amigos; aceptamos que no veríamos las canoas reales (lanchas, chalupas, no sé a esa hora cómo las estabamos llamando) y decidimos regresar al centro de la ciudad ya que esa parte estaba muy llena y el regreso después del desfile sería imposible. Preferimos ir por un trago. Hace mucho no me tomaba un margarita a las 5 de la tarde (mami, fue sólo uno). Después Kelly y yo decidimos ir a ver los fuegos artificiales, que era el segundo evento importante del día. Aún no he podido determinar si fue una buena idea o no.

Desde donde estabamos sería muy fácil llegar en metro (subterráneo) hasta el parque en donde estaría el espectáculo. Sería, en condiciones normales, porque ayer muchas de las estaciones estaban completamente congestionadas: la fiebre amarilla... La gente parecía tener “fiebre” de llegar al parque o de salir de éste y como dije, todos estábamos vestidos de amarillo. Era increíble ver las estaciones (pero para que me crean pueden mirar las fotos) llenas (en todo el sentido de la palabra) de gente. Como ya les he contado en otras ocasiones, la devoción de los tailandeses por su Rey es enorme y en estas fechas es cuando más lo demuestran. El metro estaba tan lleno como el metro de Nueva York en Manhattan a las 6 de la tarde, o el metro de México a cualquier hora, o el de Medellín, o, para ser más locales, el transmilenio en la estación de la 80 a las 6:30 de la tarde, sólo que en este caso era.... amarillo.

Después de sentirme muy cerca, muy próxima, casi parte del pueblo tailandés, salimos del metro en la estación adecuada y como era de esperar, nos demoramos más de lo normal en lograr salir de ésta. Era tanta la gente, que algunas de las entradas las habilitaron como salidas y como las máquinas de tiquetes no eran suficientes, había empleados vendiendo tiquetes en mesas, aparte de las ventanillas de tiquetes.

Llegamos al parque y tratamos de localizar el mejor lugar para ver los fuegos artificiales, aunque en realidad no sabíamos dónde iban a ser, pero todo el mundo se dirigía hacia el lago. Buscamos un pequeño espacio en un lugar donde había mucha gente y alguien nos dio un periódico para sentarnos en el concreto, que, a pesar de ser más de las 6 de la tarde, aún estaba caliente. Al principio muy agradable, viendo toda la gente, era fácil cambiar de posición estando sentada. Pero fue llegando más gente y más gente y cómo a veces nos tocaba pararnos por el himno real o algo así, llegó un momento que al sentarme no me podía mover, ni estirar, ni arrodillar, ni nada. Hacía calor y empecé a cansarme rápidamente. Aunque por momentos me distraía con algunas escenas: Estábamos todos sentados y un gran grupo se puso de pie bloqueando nuestra vista, una mujer se paró y empezó a gritar muy fuerte: “siéntense, ¿qué se están creyendo?, nosotros llegamos primero y tenemos niños que no alcanzan a ver y no es justo que ustedes se paren allí, ¿por qué no llegaron temprano?... “ y eso les decía una y otra vez, o eso creo porque no entiendo tailandés, pero por los aplausos de la gente alrededor, asumo que eso estaba diciendo. En ocasiones los de adelante se sentaban, pero ante cualquier evento al otro lado del lago se volvían a poner de pie y ella volvía a empezar a gritar cual político y la gente la aclamaba. En determinado momento los del frente no se sentaron cuando ella gritaba, así que se volteó y le dijo a Kelly, en inglés: “por favor traduzcales de tailandés a inglés y dígales que se sienten”, Kelly no dudó en obedecer y les gritó “Siéntense” y muchos la aclamaron a ella también, aunque este no ayudó mucho porque no se sentaron.

Cuando estaba lista para irme porque no aguantaba más el calor y la posición, empezaron los fuegos artificiales, los cuales no alcanzabamos a ver completamente por la gente que estaba parada y una van de transmisión que también bloqueaba nuestra vista. Así que decidimos empezar a salir, porque cuando terminaran iba a ser caótico. Aunque acababan de empezar, mucha gente tuvo nuestra idea y éramos muchos saliendo, parando un poco a ver cuando había otra tanda de fuegos y reiniciando la marcha cuando terminaba. La calle, que es una avenida principal, estaba completamente bloqueada, los carros apagados en medio de la calle y la gente junto a estos viendo los fuegos. La última parte la vimos desde fuera del parque, muy bonito, no voy a decir que no. Pero lo que más me gustó fue ver a los tailandeses como se sorprendian con cada explosión y parecían niños:”¡Oooohhh!”, “¡uuuuyyyy!”, decían fuertemente cada que veían algún efecto especial. Y muy posiblemente nosotros también nos sorprendíamos pero como que alguien nos dijo en algún momento (o en nuestra sociedad está determinado) que los adultos no expresan su sorpresa y eso lo aceptamos sólo de los niños.

Luego seguimos caminando hacia otra avenida para llegar a la casa, en medio de los torrentes de pollitos, esta vez casi todos en la misma dirección. Por el cansancio y la cantidad de gente, nos vimos obligadas a parar en un bar por una cerveza, ver parte del partido de Alemania y luego ir hacia nuestras respectivas casas.

Muy agradable ver a todo un país celebrando una ocasión como esta, frente a la política están divididos, pero están unidos para todo lo que tiene que ver con su Rey. ¡Larga vida al Rey de Tailandia!

3 Comentario(s):

  • At 7:38 a. m., Anonymous Anónimo said…

    hola rubita.
    te ves muy linda en la pagina de las fotos, especialmente con el sombrero asiatico.
    que alegria leerte de nuevo con cierta manera que no reconocia desde hacia tiempo, desde que aun estaba en colombia. ahora me reencontre con eso. creo que no eras vos sino yo. y me alegra.
    yo tambien pude ver ese rio de pollitos llenos de asombro con las luces en el cielo y un poco quise estar alli aguantando calor como si aun fuera mi sitio la terrible y natal cucuta, pero como ya sospechas, asi no es.
    un abrazo. jac

     
  • At 3:41 a. m., Anonymous Anónimo said…

    Hombre, usaré la foto de los pollitos como parte de la imagen del golorioso Deportivo Independiente La Tengo Viva. Es que si lee, el amarillo es el color de nuestra deidad, así como todo lo que tenga que ver con el equipo.

    Y debió ser muy gracioso lo del "ooooh", con entonación de anime japonés... debe ser muy cómico!

     
  • At 3:42 a. m., Anonymous Anónimo said…

    Es más te invito a que te unas a la turba biliosa, que es la hinchada que tenemos repartida por todo el planeta.

     

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