UN VUELTO LARGO

El Mundo Al Vuelo (reencauchado... un poco más detallado -y menos aburrido-). Tailandia, Laos, Vietnam, Camboya, Singapur, España (oops, una de estas cosas, no es como las otras)

26 junio 2007

Camboya: una mezcla de sentimientos

Desde hace tiempo quería visitar Camboya y aunque es uno de los destinos con los que trabajo, no se había presentado la oportunidad para ir. En abril pasado fui de vacaciones por unos días con Adriana (vieja amiga de Colombia, que vino a Tailandia por unas semanas), quién también quería visitar el lugar.

Llegamos a Phnom Penh, capital de Camboya, un sábado en la mañana. Iniciamos nuestro recorrido con una visita al Palacio Real, el cual está conformado por diferentes edificaciones, templos, pagodas y muchos jardines. Un lugar bastante tranquilo, similar en su estructura al complejo del Palacio Real y Templo Dorado en Bangkok, pero no tan imponente.

Después fuimos al Museo del Genocidio el cuál me causó bastante impresión. No soy muy amante de la historia y, aunque sabía que Camboya tiene una historia violenta bastante reciente, no sabía los detalles (no es que ahora los sepa todos). Entramos a aquel lugar, que hace algunas décadas era una escuela secundaria y que luego sería una prisión gracias al Khmer Rojo (Khemer Rouge, conocido también como el Régimen Democrático Kampuchea –DK-). S-21 (el código de esta “oficina de seguridad”) fue convertida en prisión en Mayo de 1976, siendo uno de los órganos más secretos del régimen KR, diseñada especialmente para interrogar y exterminar a los elementos que se oponían a dicho régimen.

Al entrar vimos la escuela, una edificación sencilla de tres pisos y en su patio había vallas en donde se relataba la historia del lugar. Empezamos a recorrer los salones en donde sólo había varios objetos viejos: en el primero había una cama metálica en la mitad, algunas cadenas en el piso y una caja de metal y otros artículos del mismo material; esto no me decía nada hasta que ví la foto que mostraba el lugar en aquella época, en donde se veía uno de los prisioneros sangrando encadenado a la cama, la caja de metal era en donde defecaba, según leería después. En cada uno de los salones, convertidos en celdas encontraríamos diferentes objetos metálicos, varas en donde amarraban a los prisioneros, cadenas, sillas y en general, objetos que eran utilizados para las más crueles y sangrientas torturas; fuera de cada salón se podía ver la foto que reflejaba lo que ocurría allí en ese entonces.

En el patio aún se encontraba una estructura de una horca, que era utilizada para amarrar a los prisioneros y colgarlos de los pies hasta quedar inconscientes, para luego sumergir sus cabezas en agua sucia y olorosa, que normalmente usaban para sus cultivos. Al hacer esto, los prisioneros recuperaban la conciencia y se podía proseguir con el proceso de interrogación.

Algunos archivos encontrados en el lugar indican que el total de prisioneros que entraron y salieron es alrededor de 10,500, sin incluir el número de niños asesinados por el régimen, que se estima en 2000.

Les presento aquí la traducción de algunos fragmentos de la historia tomados de la información proporcionada en el museo:

“Algunos de los salones eran utilizados para interrogaciones, en donde en múltiples ocasiones si las acusadas eran mujeres, aparte de ser interrogadas, también eran violadas”.

“En esta unidad, habia una sub-unidad formada por mujeres y niños entre 10 y 15 años. Estos niños eran seleccionados y entrenados por el régimen para trabajar como guardias de la prisión”.

“Las víctimas de la prisión fueron traidas de diferentes partes del país y de diferentes caminos de vida. Eran de muchas nacionalidades incluídos vietnamitas, laosianos, tailandeses, indios, ingleses, americanos, canadienses, neozelandeces y australianos, pero la gran mayoría eran camboyanos. Los prisioneros civiles eran trabajadores, granjeros, ingenieros, técnicos, intelectuales, profesores, estudiantes y hasta ministros y diplomáticos. Además, familias completas de prisioneros, incluyendo los recien nacidos, fueron llevados allí para ser exterminados en masa”.

En los salones del tercer piso se encontraban muchas fotografías: inicialmente encontrabamos fotos individuales de las caras de cada una de las víctimas asesinadas o desaparecidas durante esa época: hombres y mujeres de todas las edades e incluso muchos niños y niñas. Fotos que habían sido tomadas en el momento de la captura o durante ésta, ya que el Khmer Rouge guardaba el registro detallado de cada uno de los detenidos.

Luego había fotos de un lugar a 15 kms de Phnom Penh (al que no alcanzamos a ir y, después de haber visto esto, no sé si hubiera querido ir), Los Campos de Asesinatos de Choeung Ek, a donde llevaban a la mayoría de prisioneros detenidos y torturados en S-21, para asesinarlos en masa. En 1980 muchas de las 129 fosas comunes, fueron exhumadas, dejando 43 intactas. Allí se encuentran fragmentos de huesos y más de 8.000 craneos, organizados por sexo y edad, que aún se pueden ver.

En otro salón se encontraban varias historias de algunas de las víctimas contadas por alguno de sus familiares: datos de su niñez, de su familia y cómo y porqué fueron acusados y detenidos.

La emoción que nos llenaba por el hecho de estar en un lugar nuevo, había ido desapareciendo poco a poco siendo reemplazada por una mezcla de pesar, tristeza, asco, dolor, impotencia, desprecio. Muchas de las escenas me producían escalofrío y en las caras de los demás visitantes se veía el mismo sentimiento de malestar.

Terminamos la visita bastante deprimidas al los límites de la maldad que puede haber en nuestro mundo.

Estoy segura que durante todos estos años de conflicto en Colombia han habido muchísimos crímenes igualmente atroces o tal vez peores, pero hasta el momento no son de conocimiento público. Tal vez cuando hayamos superado esta etapa tendremos un museo similar para recordar hasta dónde puede llegar la maldad humana.

1 Comentario(s):

  • At 11:08 p. m., Anonymous Anónimo said…

    Iba a decir lo mismo del último párrafo. Donde hagan un museo así a las FARC y los paras .... lo vetan, por ser demasiado horroroso.

    2.000 muertos son una chichigua. Aqui han muerto cientos de miles, y en peores circunstancias. Pero nadie se acuerda, a lo mejor porque la cuenta no ha terminado.

     

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