UN VUELTO LARGO

El Mundo Al Vuelo (reencauchado... un poco más detallado -y menos aburrido-). Tailandia, Laos, Vietnam, Camboya, Singapur, España (oops, una de estas cosas, no es como las otras)

14 mayo 2007

Ay el amor...

Gran parte de mi tiempo cuando no estoy trabajando, o incluso cuando lo estoy, pienso en escribir: quiero escribir sobre esto, o esto otro o lo que pasó el otro día o lo que está pasando ahora mismo, pero cuando tengo algo de tiempo libre y estoy al frente del computador no lo hago, busco excusas, no siempre muy válidas y al final pasa un día más sin escribir. Lo malo de esto es que me gusta hacerlo y quiero hacerlo, pero me falta disciplina. Pero bueno, por algo se empieza, vamos a ver cómo me va hoy.

No escribo hace tanto y no sé por dónde empezar. Dedicaré este texto a describir pequeñeces que han pasado últimamente que me hacen sentir enamorada.

No sé si es por el trabajo que estoy haciendo o el momento en el que estoy o por estar en el lugar en el que quiero estar y haciendo lo que quiero hacer, pero cada día pasan cosas pequeñas que me satisfacen y producen una sonrisa sincera en mi cara.

-Desde hace algunas semanas he empezado a salir a almorzar con mis compañeras de oficina tailandesas, ellas trabajan en la parte administrativa y nuestro contacto durante el día no es mucho, a pesar de que compartimos el mismo espacio. Y hasta ahora no había notado que teníamos varias cosas en común, aparte de trabajar para la misma empresa: somos jóvenes, solteras y lindas (bueno, lo de la mitad sí es un hecho); así que no entiendo porque pasaron 7 meses antes de empezar a conocernos.

Es difícil tratar de describirlas, busco las palabras, encuentro algunas, pero luego las borro: la mayoría del tiempo son alegres, sonríen y la pasan bien, se ríen con fácilidad; tienen un humor liviano y sencillo. No es ese humor que en ocasiones hay que desarrollar y aprender o el humor que se pasa de simple, el de los tailandeses podría ser comparado al humor que tienen los niños antes de empezar a complicarse y verse afectados por el mundo adulto. Disfrutan la comida en general, la reunión que se produce en torno a ésta (dos cosas más que tenemos en común) y buscan cualquier momento para pasarla bien. Cabe anotar que no hablamos el mismo idioma, ellas hablan muy poco inglés y mi tailandés es cercano a cero, aunque en varias ocasiones hemos intercambiado conocimientos; ellas aprenden nombres de algunos alimentos en español y yo en tailandés.

La semana pasada hice una torta de pan que me quedo deliciosa y decidí compartir la mitad con mis nuevas compinches. Al almuerzo les pregunté si les había gustado, una de ellas respondió, con cara de apenada y una gran sonrisa: “mmm, bueno, no es exactamente del gusto de los tailandeses, por ejemplo a mí me gustan las cosas más dulces”. Eso es sinceridad (los que me concocen saben cómo me molesta que no halaguen lo que cocino). El contacto con ellas ha cambiado (mejorado) mucho el ambiente en mi día laboral.

-El otro día en la noche me estaba lavando las manos y me dí cuenta que no tenía los anillos que siempre uso (que me regaló mi santa madrecita) y recordé que me los quité en el baño de la oficina. El problema es que hay un baño por piso y éste es compartido por varias oficinas. Simplemente rogué para que aparecieran al día siguiente y como estamos en Tailandia, sí existe la posibilidad de que esto pase. Al día siguiente lo primero que hice fue entrar al baño, había un letrero en tailandés en el espejo y aunque no entendí nada, supuse que tenía que ver con los anillos. Llevé a alguna de mis traductoras oficiales y efectivamente el letrero decía que si había olvidado algo en el baño fuera a la ofincina No. 2 y preguntara por fulanita (generalmente “fulanita” en tailandés es algo como Po, Kob, Lek, U, etc.). Doña fulanita salió, me hizo varias preguntas de rigor: qué perdí, a qué horas, cuántos, etc. Y luego saco mis dos anillos en una bolsita. Gracias a Dios (o a los tailandeses). Eso es honestidad. Una razón más para sonreir y estar contenta.

Esa misma semana llegué a mi casa y quería tomarme un café, pero no encontré la cafetera por ninguna parte (un vaso de vidrio con un filtro). Al día siguiente le dejé mensaje a mi muchacha con el portero: “Kem (nombre de la empleada), coffee, not find”; y aunque sabía que el portero no me entendió, Kem sabría de lo que hablaba. Esa noche llegó Kem con un repuesto del vaso de la cafetera, pero de una marca mejor, comprado en uno de los almacenes por departamentos más caros (en donde yo nunca compro), pero no era del mismo tamaño de mi cafetera. Le dije donde la compré yo por la mitad del precio que ella y aunque le dije que no era necesario, llegó con una nueva cafetera, una gran sonrisa en los labios y diciendo Soly (sorry), me provocaba agarrarla a besos.

Estos pequeños detallitos de mi vida diaria son los que me hacen estar con una sonrisa estúpida en la boca, como cuando estoy enamorada, solo que el objeto de mi amor en este caso se llama Tailandia.

7 Comentario(s):

  • At 9:26 p. m., Anonymous Anónimo said…

    difícil no enamorarse de un país donde uno pueda contar ese par de historias. Bueno, tres con la de la torta de pan ... si no les gustó yo se la recibo!!! (me encanta la torta de pan, aunque un pedacito de bocadillo no sobra)

    La pensé mucho por estos días que por acá están pasando "the amazing race" y pasaron la temporada 10 ... estuvieron por allá en su casita, en un templo lleno de monos.

    (no es que insinúe que su casita sea un templo de monos, no)

     
  • At 3:55 a. m., Anonymous Anónimo said…

    Celebro su regreso. Nos tenía un poco abandonados ..

     
  • At 12:14 p. m., Anonymous Anónimo said…

    Que bueno!! Asi me gusta, que no pierdas la oportunudad de reconciliarte con con una cultura, que mas de una vez, nos deja atonitos del espanto. Yo tambien vivo la eterna reconcilacion, despues de estos 8 an(i)os de estar aca.
    Saludos, y me dices cuando quieres que te pague la deuda: sopa de Lima con Leche de Coco y Seafood.

     
  • At 8:09 p. m., Blogger Adriana said…

    Que texto tan divino... me llegó al alma, realmente Tailandia y los Tailandeses son para enamorarse.
    Ya me hacian falta tus escritos!

    Un gran abrazo.

    Adriana

     
  • At 8:47 a. m., Anonymous Anónimo said…

    Eso es de lo que más me apasiona de los viajes... Esas pequeñas chispas de humanidad que te dejan un sentimiento calientico por dentro, y una esperanza en que el mundo no es tampoco tan malo...!!!

    [N. al márgen: Peli recomendada para éste tema, "The Straight Story", de D. Lynch, por si no la has visto]

    Que bueno que volviste... Un abrazo y mucha suerte... y brindo porque se sigan repitiendo esos momentos!!!

     
  • At 11:13 a. m., Blogger Alejandro said…

    Decía alguien que "solo los tontos se enamoran", si es así me encanta saber que no soy el único tonto enamorado de Tailandia! Poco puedo añadir al tema, porque con los ejemplos que nos cuentas aquí queda estupendamente expresado el efecto que puede tener este país en las personas que sabemos apreciarlo.

     
  • At 9:54 a. m., Anonymous Anónimo said…

    Hola Ruby: sigo con mi mala costumbre de dejarte comentarios en tus entradas. Me gusto tu entrada en la bitacora y de verdad no entiendo como haces para moverte en ese pais sin hablar el idioma. Yo lo he vivido ya cuatro veces y cada vez me esfuerzo por aprender el idioma del pais (bueno, excepto en Suecia, lo confieso) porque la vida se hace mucho mas facil!

     

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