Té con lechera para el alma
Me imagino que conocen esa serie de libros: Chocolate caliente para el alma, o en inglés: Chicken soup for the soul. Pues acá va mi versión tailandesa y lo que toman mucho por acá es té con lechera.
Desde que llegué he asistido a unas charlas budistas que son cada mes, me gustó mucho la de hace unas semanas, así que quisiera compartirla con ustedes. Iniciaré traduciendo una charla de un monje inglés (Ajahn Brahmavanso) que me dieron en un CD en la última charla.
Para los que son supremamente católicos, o supremamente de cualquier otra religión, no dejen de leerlo, tiene enseñanzas para todos, como dijo el monje durante la charla: “El hecho que yo sea inglés no implica que no pueda comer comida tailandesa o japonesa”. Así que espero que lo disfruten.
Buscando felicidad en la vida
“Mucha gente dice que hablo muy bonito, pero que mis charlas no tienen que ver con budismo. El budismo busca la causa del sufrimiento y el fin del sufrimiento, así que cuando me dijeron que eso era budismo, no estaba interesado. Pero cuando conocí el primer monje y vi que era feliz, me dije: ‘ese hombre no entiende lo que es budismo’.
Yo cambiaría los términos de las cuatro verdades nobles del budismo por:
1. Felicidad
2. La causa de la felicidad
3. Algunas veces somos infelices
4. Por qué somos infelices en esas ocasiones
Al verlo de esta manera, se ve que el budismo simplemente está tratando de enseñar cómo ser feliz. Siempre debemos tratar de aumentar nuestra felicidad.
Mirando a los monjes pensaba: ¿qué felicidad puede tener un monje? Mírenme a mí, no tengo nada de dinero, aunque por lo menos tengo un trabajo seguro. Y mi plan de retiro... mi plan de retiro es fuera de este mundo. Pero tengo felicidad. Algunos dicen que no es posible que un monje sea feliz si no tiene, según ustedes, lo que puede causar felicidad: nada de sexo, no puede ver películas, no puede ir a donde quiera. Yo ni siquiera puedo decidir qué comeré en la mañana, nadie me da un menú cuando me invitan a sus casas a comer, cualquier cosa que pongan en mi tazón la debo comer y si no como se enojarían. Les digo: mi estomago no me pertenece, les pertenece a ustedes, ustedes pueden ponerle lo que quieran.
Esta historia es de un monje que aprende acerca de la felicidad, no a través de teorías, sino viviendo la vida. Nos enseñan a ser concientes, a ser reflexivos y a ver en la vida lo que causa felicidad y lo que causa infelicidad. Esta historia es de cuando yo era joven, en un monasterio en Tailandia, en la selva, muy lejos de la civilización. Y yo, recién llegado de Cambridge y ahora ten’ia que trabajar muy duro. En esa ocasión estábamos construyendo el salón principal en el monasterio. Es nuestra tradición construir cosas en lugares altos y como estábamos en un terreno plano, teníamos que construir la colina, era una colina hecha de tierra. Yo no estaba allí cuando la construyeron, pero fui de visita después y estaba la tierra que sobró. Ajahn Chah [monje muy famoso] nos llamo a todos los monjes (más o menos 60 ó 70) y nos dijo: ‘Muevan esa tierra’. El lugar era muy pobre, así que sólo teníamos una comida por día, pero de todas formas trabajábamos desde las 10 de la mañana hasta las 9 de la noche, moviendo la tierra en carretillas hasta el lugar donde Ajahn la quería. Nos tomó tres días de trabajo pesado, sudando, con dolor, siendo picados por mosquitos, pero yo tenía fe: ‘esto debe ser buen karma’. Aunque al final, debo admitir, yo estaba feliz: ‘finalmente terminamos, ahora puedo descansar, puedo meditar’. Ajahn Chah estaba visitando otros monasterios, al día siguiente el monje encargado dijo: ‘No creo que ese sea el lugar adecuado para esa tierra, mejor movámosla para ese lado’. Eso fue probando mi fe, pero pensé: ’No, yo respeto a este monje también, soy budista, liberaré este sentimiento, empujaré la carretilla’. Así fueron otros tres días de trabajo duro, de mucho calor en medio de la selva y finalmente terminamos. Yo estaba muy feliz, muy aliviado, movimos la tierra y ellos estaban felices. Pero esa noche Ajahn Chah regresó y reunió a todos los monjes: ‘Por qué pusieron la tierra ahí, yo les dije que la pusieran aquí. Muévanla.’ En frente mío otros tres días de duro trabajo y pensaba: ‘Yo no me volví un monje para empujar carretillas, yo no asumí los hábitos amarillos para ser explotado así. Deberíamos formar una unión, debemos levantarnos por nuestros derechos’. Porque los monjes mayores no trabajaban, sólo nos decían que hacer, así que yo estaba muy enojado, de hecho, empecé a maldecir, aunque en inglés, para que los tailandeses no entendieran. Pero entendían porque veían las expresiones de mi cara. Y un monje vino a mi y me dijo: ‘Empujar la carretilla es fácil, pensar en ello es la parte dura.’
Tan pronto paré de quejarme, tan pronto dejé de pensar en eso y empecé a empujarla, la carretilla se volvió más livianas y no había mas sufrimiento. Era el pensamiento lo que me estaba causando sufrimiento: ‘¿Por qué yo? Esto es injusto. ¿Esos monjes no pueden decidir qué es lo que quieren hacer? ¿Por qué me metí en una religión desorganizada? Al dejar de quejarme, todo fue mas fácil y aprendí la lección: Cualquier cosa que hagas en la vida, pensar en ello es la parte dura; hacerlo es fácil. Así sea dar una charla en público o presentar un examen, cualquier prueba que tengas la vida, para de pensar, sólo hazlo (Just do it). Y la charla de hoy es patrocinada por Nike. [Nota de traducción: acabo de mirar la página de Nike y el lema en español es ‘corre’, así que no es chistoso, pero con el lema de Nike en inglés ‘Just do it’ si lo fue, o por lo menos yo me reí.]
Pensar demasiado en lo que hacen es una gran causa de sufrimiento. Hay tantas cosas por hacer en la vida y el tiempo tan corto, así que paren de quejarse.
Pero eso sólo funcionó por poco tiempo, porque después empecé a quejarme de lo que era ser un monje joven en Tailandia. Era mas flaco cuando era monje joven que ahora (cuando dicen que el budismo esta creciendo en occidente, a esto se refieren –[que se engordó]-), pero estoy gordo, no porque coma mucho, sino porque no me preocupo demasiado.
Y era flaco, porque cuando teníamos comida en el monasterio, les pasaban primero a los monjes antiguos y ellos la seguían pasando por orden de antigüedad, así que cuando llegaba a mí, era lo que ellos no querían. Pensaba que eso era muy injusto, porque después de todo tal vez ellos ya eran "iluminados", no necesitaban buena comida, no la valorarían, cualquier cosa sería buena para ellos. Además los monjes antiguos tenían cojines buenos, gruesos; mientras que los monjes jóvenes nos teníamos que sentar en el concreto. Y yo pensaba: 'Yo, tan flaco y huesudo, yo soy el que necesita esos cojines. Ellos son gordos, tienen sus propios cojines'. Y nos hacían trabajar muy duro mientras que ellos no trabajaban, sólo estaban hablando con gente todo el día. Era tan injusto, así que me quejé. Y un monje me dijo: ‘Ajahn Brahm, usted tiene lo que nosotros llamamos: Sufrimiento de Monje Joven. Cuando sea monje antiguo será gordo, podrá escoger qué comida come, tendrá grandes cojines y ya no tendrá Sufrimiento de Monje Joven, tendrá Sufrimiento de Monje Antiguo’. Y sí, algunas veces pienso: 'Esos monjes jóvenes no tienen que viajar a Singapur, no tienen que dar charlas todo el día, no tienen que escuchar a la gente hablar de sus hijos, su matrimonio, sus finanzas y todo lo demás, yo me volví monje para alejarme de todo eso'. Eso se llama Sufrimiento de Monje Antiguo. El punto es que nunca nos liberamos del sufrimiento.
Hace dos años dos mujeres tailandesas vinieron a verme a mi monasterio, eran hermanas, vinieron por consejería (¿y saben por qué los monjes somos tan buenos consejeros? Porque no cobramos, somos baratos). La primera de las mujeres era casada, tenía muchos problemas con su esposo, él le estaba dando momentos muy difíciles; ella estaba teniendo Sufrimiento de Marido. Después de que le hablé acerca de estar satisfecho, de aceptar las cosas, de desarrollar mas bondad amorosa, etc., le pregunté a su hermana: ‘¿Y cuál es tu problema?’ y ella dijo: ‘Soy soltera, quiero un esposo, no puedo encontrar a nadie’. Yo pensé en una solución, pero a ellas no les gustaría: Una tenía un marido y no lo quería y la otra no tenía y quería uno; es obvio para mí. Así que le dije a una: ‘Usted tiene Sufrimiento de Mujer Casada’ y a la otra: ‘Usted tiene Sufrimiento de Mujer Soltera y si consigue un marido ya no tendrá Sufrimiento de Mujer Soltera, tendrá Sufrimiento de Mujer Casada’.
No nos liberamos del sufrimiento.
Y eso es lo que pasa, la gente piensa: ‘Cuando conozca a mi pareja de vida, cuando conozca al que esta hecho para mí, entonces seré feliz para siempre’. Sí, claro. ¡SEA REALISTA!
¿Sabe lo que la palabra "casado" significa? Viene de una palabra latina que significa "apostar" [como decimos nosotros: es una lotería]. Cuando una persona se casa ya deja el Sufrimiento de Persona Soltera y consigue Sufrimiento de Persona Casada. Así que los que piensan: ‘quiero liberarme de mi marido o de mi mujer’, no se van a liberar del sufrimiento, sólo cambiaran un tipo de sufrimiento por otro tipo de sufrimiento.
Aquellos de ustedes que trabajan y piensan: 'yo trabajo muy duro, tengo que levantarme tan temprano, es tan duro mi trabajo, quiero cambiar de trabajo'. No se liberará del sufrimiento, sólo cambiará este tipo de Sufrimiento de Trabajo por otro tipo de Sufrimiento de Trabajo. Y si pierde su trabajo, ya no tendrá Sufrimiento de Trabajo, tendrá Sufrimiento de Desempleado. Eso pasa también cuando crecemos, los niños quieren crecer porque tienen Sufrimiento de Niño, cuando son adolescentes ya no tienen Sufrimiento de Niño, sino tienen Sufrimiento de Adolescente y quieren ser adultos. Cuando son adultos, ya no tienen Sufrimiento de Adolescentes, tienen Sufrimiento de Adultos; pero cuando llegan a viejos, ya no tienen Sufrimiento de Adultos, sino Sufrimiento de viejos y ahí piensan: ‘Cuando me retire, seré feliz’. Y cuando se retiran es que la gente va a templos e iglesias. Miren cuanta gente va a templos e iglesias cuando están viejos, ¿saben por qué? Porque piensan: ‘Cuando muera y vaya al cielo, seré feliz’. Pero cuando llegue al cielo, sólo tendrá Sufrimiento de Cielo.
Imagínense como será el Cielo. Cuando pensaba en el Cielo veía a la gente comiendo Ambrosia (comida de dioses) y jugando cartas todo el tiempo, tanto que en realidad cansaba, un día tras otro: Ambrosia. '¿Puedo comer noodles? me gustaría una Big Mac'. Pero solamente Ambrosia. Esto pasó una vez: un hombre estaba en el Cielo, estaba comiendo Ambrosia, todo el día oyendo música de arpas, toda la gente estaba vestida de blanco, las mujeres con pañolones blancos y hojas en su cabeza; la moda no había cambiado en miles de años. Así que el subió a quejarse: '¿Por qué no tenemos música mejor acá arriba? Quisiera algo de rock, en lugar de esas arpas podríamos conseguir unas guitarras eléctricas. Y todo el tiempo Ambrosia, ¿no podríamos tener un menú con noodles de Singapur [Nota de traducción: la charla era en Singapur, cámbienlo por Bandeja Paisa, fajitas o lo que quieran]? Nos podrían dar comida vegetariana de Europa? Y además, estoy en el Cielo, se supone que la debería estar pasando muy bien, ¿la gente no podría estar un poco más a la moda?' Y el ángel dijo: 'Lo siento, no podemos cambiar nada, es tradición'. Y en ese momento el hombre tuvo una visión del infierno y allá él pudo ver bandas de rock y las mujeres estaban vestidas con lindos trajes de Milán, peinados a la moda; todos los hombres usando trajes Gucci. Y la comida allá abajo era como en un restaurante cinco estrellas. Y el hombre le dice al ángel:
'-Mire, eso es lo que tienen en el infierno, ¿por qué no podemos tener algo mejor en el Cielo?
- Es tradición, han sido miles de años, no lo podemos cambiar.
- Esto es injusto. Yo quiero buena comida, mujeres bonitas, hombres guapos, al fin y al cabo estoy en el Cielo.
- Mire, si le gusta tanto esa vida, váyase para el Infierno.
- Así lo haré'.
Y se fue para el infierno y no veía ninguna mujer bonita, ni oía música agradable, ni había comida rica. Sólo estaba lleno de demonios con colmillos grandes que ponían comida en una olla grande con aceite y todos comían de ahí. Y el hombre les dice: 'Un momento, que pasó con mi visión?' Y el demonio: 'Esa visión es nuestra campaña publicitaria'. Mensaje: Nunca crean en la publicidad. Hasta en el cielo ustedes tendrían Sufrimiento de Cielo.
El punto es que en nuestro mundo casi siempre encontramos algún tipo de sufrimiento en nuestras vidas. Siempre pensamos: '¿Cuándo finalmente alcanzaré la felicidad? Cuando sea rico, seré feliz', pero como persona pobre, tendrá sufrimiento de pobre, como persona rica, tendrá sufrimiento de rico: uno no se libera del sufrimiento de esa manera.
Pero algunas veces en mi vida como monje cuando paraba de quejarme, me daba cuenta que la vida no era tan mala. Muchas veces me di cuenta que cuando me quejaba, era mi pensamiento el que estaba siendo negativo. En la vida pensamos demasiado en términos negativos, esa es una de las grandes razones por las que sufrimos: nos encanta quejarnos. El Buda dice que la mente es buscadora de defectos. Es tan fácil encontrar defectos en la vida, defectos en la pareja, defectos en sí mismo. Defectos en lo que haga, hasta en el cielo puede encontrar defectos. Si busca, encontrara defectos.
Pero, ¿eso es ser justo con la vida?
Alguien me hizo una pregunta cuando entré: '¿Es bueno ser tan optimista y pensar en lo maravilloso que es este mundo? ¿Es eso ser real y racional?' No, no lo es. Pero entonces yo sería un pesimista porque leo en los periódicos todas las tragedias, la guerra en Irak, las cosas terribles que hace la gente, muchos niños siendo abusados, gente con cáncer en nuestra comunidad, gente muriendo joven; todas estas tragedias en la vida. ¿Cómo podemos ser felices cuando tenemos todas estas tragedias?
Pero muy seguido miramos al mundo y sólo vemos lo que está mal. Cuando me volví monje, como les he dicho, tuve que trabajar muy duro. Cuando fui a Australia teníamos muy poco apoyo y la razón era porque la gente no confiaba en nosotros, no sabía quienes éramos. ‘¿Quiénes son esos hombres con hábitos cafés? ¿Serán monjes de verdad?’ Así que los primeros dos años la gente nos miraba sólo para examinarnos. Pero necesitábamos un lugar para quedarnos, así que nuestro monasterio compró un terreno, pero sin ningún edificio, ya que el dinero sólo alcanzó para el terreno. No teníamos dónde dormir, así que el primer día dormí sobre una puerta apoyada en cuatro ladrillos en las esquinas y eso fue porque yo era el Segundo Monje, el principal tenía una puerta mejor o por lo menos era plana, la mía tenía labrado. Y tuvieron que quitar una aldaba que estaba en el medio de la puerta, así que quedó un hueco en el centro, yo bromeaba diciendo que por lo menos no me tenía que levantar de mi cama para ir al baño; aunque el viento de la mañana se metía por el hueco, a duras penas podía dormir.
Fueron muy duros esos años como monje y tuve que aprender a construir. Aprendí a poner ladrillos, que no es una cosa fácil. Uno cree que sólo es ponerlos, poner cemento encima y poner el siguiente, pero hay que coordinar el nivel y que la parte superior de uno coordine con el otro. Al estar haciendo eso algunos ladrillos se descordinan, al nivelar uno, se sale el otro y así sucesivamente. Pero una cosa que tengo, y que todos los monjes tienen es paciencia. ‘No importa cuánto me demore, pero me aseguraré de que cada ladrillo esté perfecto’. Y cuando terminé mi primera pared, la miré y estaba tan decepcionado, estaba en shock, ‘¿qué me pasó?’ Había dos ladrillos desnivelados. Los demás estaban bien y nivelados, pero esos dos tenían un ángulo terrible y esos dos ladrillos dañaban toda la pared. Traté de sacarlos, pero el cemento ya estaba duro. Le pregunté al monje con el que trabajaba si podríamos comprar dinamita, destruir la pared y comenzar de nuevo y él dijo que no. Yo quería destruirla porque hice un desastre con mi primera pared. Y la veía cada día y cada día notaba los ladrillos, veía mi error y me enojaba. Cuando teníamos visitantes yo me las arreglaba para mostrarles el resto y no mi pared, porque me avergonzaba de mi error. Pero un día un visitante la vio y dijo:
‘- Es una pared muy linda.
- ¿Está loco? ¿Está ciego? ¿Dejó los lentes en el carro? ¿No ve los dos ladrillos?
- Sí, veo los dos ladrillos malos, pero también veo los 998 ladrillos que están bien’.
Eso me pegó como si me hubieran pegado con un ladrillo. Me di cuenta de mi error, no sólo en esa pared, sino también en la vida. Muy seguido lo único que vemos son los errores y nos volvemos ciegos a cualquier otra cosa. Me di cuenta que cada vez que veía una tragedia en la vida, cada vez que veía que alguien estaba siendo abusado o herido, habían 998 o más veces que la gente estaba siendo amable, buena, bondadosa, gentil, amorosa, generosa e inspiradora. ¿Pero qué pasa? Sólo vemos las faltas en la vida. Esa es la psicología de nuestra mente, debemos tratar de entender por qué siempre nos fijamos en los errores y en las faltas y por qué no podemos ver más allá.
La mayoría de la gente es pesimista. Un pesimista es como yo con esa pared, que sólo veía los dos ladrillos malos. Un optimista es una persona que ve los 998 ladrillos buenos. El realista es el que ve los dos: sí, hay muchos errores en la vida pero también hay mucha belleza. Porque yo era el “gerente” de mi monasterio, porque era mi deber hacer que el monasterio estuviera bien mantenido, que los monjes estuvieran bien atendidos y educados, que cada cosa se hiciera bien. Porque yo era un gerente y, ¿qué hace el gerente? Cuidarse de errores y problemas. Pero llegué al punto en que ya no estaba disfrutando mi monasterio; porque cada vez que estaba allá alguien venía a decirme: ‘Este monje faltó a los cantos’, ‘este otro monje no hizo lo que debía’, ‘la tubería está goteando’, ‘esa pared necesita pintura’. Siempre había una gran lista de problemas y defectos. Cuando me di cuenta de eso, decidí que cambiaría la forma de liderar mi monasterio. Decidí que una vez por semana, los lunes en la mañana, intencionalmente recorrería el monasterio, me haría el ciego a lo que estaba mal y sólo miraría las cosas que se habían hecho adecuadamente, buscando lo que estuviera perfecto. Los gerentes en general son pesimistas, son buscadores de defectos, para eso es que les pagan. Una vez que empecé a buscar lo bello en mi monasterio empecé a verlo y a apreciarlo y me di cuenta del lugar tan maravilloso en el que estaba viviendo.
¿Valoras el lugar en el que vives? ¿Vas a la cocina y miras todos los platos que sí han sido lavados? ¿O sólo ves los platos que no se han lavado? ¿No sería maravilloso valorar más tu hogar (o el lugar donde vives)? Y el hecho de valorar no es ser un optimista o ser pesimista, es ser realista. Si miras a la vida: ‘¡Dios mío, hay tanta belleza en mi vida! ¡Hay tanta belleza en mi hogar! ¡Hay tanta belleza en Singapur [pueden cambiar Singapur por Colombia o por sus respectivos lugares… bueno, no aplica para Chennai J]! Cuántas veces yo he venido acá y le pregunto a la gente: ‘¿Cómo está la economía?’ y la respuesta es: ‘No muy bien’. Y hasta cuando ha estado bien, la respuesta es: ‘no muy bien’ o ‘más o menos’. ¿Cuándo va a estar bien? Cuando valoremos, ese es el cuándo. Así que valorar las cosas significa ver lo que ya tenemos. Es agradecimiento. Es una actitud positiva. Si puede hacer eso con su casa, con su país, lo podrá hacer con la gente. No verá lo que está mal en su esposa. ¿Cuántos de ustedes miran a su pareja y empiezan a mirar lo que está mal en ellos? ‘Ella hizo eso, ella hizo aquello’. Y vienen y me dicen: ‘Ella hizo esto, ella hizo aquello, sólo se la pasa descansando en la casa’. ¿Por qué no mira todas las cosas buenas que él ha hecho? ¿Por qué no mira todas las cosas buenas que ella ha hecho? ¡Y dígaselo! ¿Cuántas veces cuando le habla a su pareja o a sus hijos les dice lo que han hecho bien? ¿Y cuántas veces les dice lo que han hecho mal? La mayoría de veces que usted habla con alguien es para señalar sus defectos. Toma las cosas buenas como un hecho, por eso no las ve. Tal vez por eso no se siente feliz en sus relaciones.
¿No quiere ser valorado? ¿No quiere que se le reconozca todo su duro trabajo? ¿O su sacrificio? ¿O todo el cuidado y amor que da? ¿Entonces por qué no le dice a su pareja: ‘Gracias por ser quien eres. Gracias por tu duro trabajo, por tus sacrificios. Tú trabajas tan duro por mí, por nuestra familia por nuestra casa’? Trate eso, funciona. No sólo hace que ellos se vuelvan más suaves y más dispuestos a hacer más cosas por usted, también le traerá a usted más felicidad. Porque la felicidad es, a veces, ver toda la imagen de la vida, que no es tan mala. Estamos aprendiendo a no quejarnos, a no ver el lado malo en la vida, sino el lado positivo. Es verdad que hay guerras, pero en cuántos otros lugares no hay guerras. Es verdad que hay infieles, pero cuánta gente que no lo es.
Hace algunos años que había una pelea en un salón de clase, los niños estaban peleando y estaban enojados con sus compañeros. El profesor los hizo callar, los hizo sentar y le dio a cada uno una hoja de papel. Les dijo que trazaran una línea vertical en el medio de la hoja. Después dijo: ‘Escojan a alguien que no les guste en este curso, alguien que les caiga muy mal. Pongan el nombre de esa persona en la parte de arriba de la hoja. En la columna de la izquierda escriban todas las cosas que no les gustan de esa persona’. Y como acababan de pelear, era muy fácil escribir las cosas malas, los defectos. Cuando terminaron, el profesor les dijo: ‘Ahora, en la columna de la derecha, escriban las cosas que les gustan de esa persona’. Eso tomó más tiempo, pero una vez que comenzaron, los niños pudieron escribir lo que les gustaba de “su enemigo”. Después el profesor les dijo: ‘Partan la hoja por la mitad, separando las dos columnas. La parte izquierda, con las cosas que no les gustan, rómpanla y bótenla en la basura. La parte derecha, con lo que les gusta de esa persona, vayan y entréguensela. Eso paró la pelea. Pero además muchos, muchos años después, en el funeral de uno de esos niños, la esposa se levantó a decir unas palabras acerca de su marido. Habló de él y de las cosas que eran importantes para él en la vida. Y de pronto sacó un viejo pedazo de papel que el recibió de uno de “sus enemigos”, en esa clase, cuando él era muy joven. Y su esposa dijo: ‘Mi esposo siempre cargaba ese pedazo de papel desde que era niño, contiene las cosas que su enemigo valoraba de él. Y cada que estaba de mal genio o deprimido, sacaba este papel y lo leía; siempre le daba esperanza y suavizaba el dolor en su vida. Fue tan importante para él ser valorado hasta por su enemigo’. Cuando ella dijo eso, tres o cuatro personas, espontáneamente se levantaron, abrieron su billetera o su bolso y ellos también sacaron pedazos viejos de papel. Ellos también eran de la misma clase y habían guardado esos pedazos de papel que eran muy importantes para ellos y que les dieron ánimo durante muchos años.
Un poco de alabanza, trae mucha alegría sólo enfocarse en el lado positivo de la vida. ¿No podemos ser más agradecidos con la gente en nuestra vida? Una vez que nos volvemos más agradecidos con ellos también seremos más agradecidos con nosotros mismos. ¿Se gusta a sí mismo? ¿O es usted un quejumbroso? ¿Sólo ve los dos ladrillos malos de su vida? ¿Sólo ve las cosas que ha hecho mal? ¿O trata también de ver las otras cosas que son bellas? Alguien que tiene un cáncer, ¿eso es todo lo que ve?, ¿la enfermedad que esta en el cuerpo? ¿No puede ver más? Hay una vida aparte de la enfermedad. “Cáncer” es sólo una palabra, “vida” es toda una historia. Cuando ve más, puede ver las escenas. Es más, hasta puede disfrutar su cáncer. ¿Cómo puede hacer eso?
Cuando conté esa historia de los ladrillos hace muchos años, fue a un grupo de personas con cáncer. Uno de ellos se acercó y me dijo: “Muy bonita su historia Ajan Bram, pero no se sienta mal, porque en la industria de la construcción mucha gente comete esos errores. Pero cuando eso pasa, le decimos a nuestros clientes que es una “característica especial del diseño” y cobramos 2.000 o 3.000 dólares extra por eso. Todas las “características especiales” en este edificio comenzaron como errores o defectos. Y esto nos muestra que nuestros defectos, los cánceres de nuestra vida, se convierten en “características especiales” de nuestra vida. Cuando vemos un atardecer, si no hay nubes en el cielo que nos muestren diferentes tonos, no es tan bonito. Si el cielo fuera perfecto, el atardecer no se disfrutaría tanto. Se necesita un poco de imperfección.
¿Quiere que la vida sea perfecta? No habría felicidad, no habría belleza, no habría razón para esas grandes cualidades del corazón, como la compasión. Lo que quiero decir es que debe acoger las cosas malas en su vida. Aprender a ver más allá de los defectos que crean infelicidad en la vida, ver la vida en plenitud y apreciarla, eso es el amor. ¿Qué es el amor? No es que le guste alguien, cualquiera puede hacer eso. Pero amor es amar cosas que a veces no le gustan. ¿Cómo puede hacer eso? En las palabras de mi padre, que me dijo a los 16 años: ‘Hijo, no importa lo que hagas en tu vida, la puerta de mi casa estará siempre abierta para ti’. Pero lo que quiso decir fue: ‘Hijo, no importa lo que hagas en tu vida, la puerta de mi corazón estará siempre abierta para ti’. Eso es amor, amor incondicional.
La vida con todos sus cánceres, con sus deudas, con sus decepciones y sus alegrías: ‘Vida, la puerta de mi corazón está abierta para ti’. Estaba abriendo mi corazón a mi vida, en plenitud, no sólo a las partes que le gustaban, sino a la totalidad. Estaba apreciando las durezas de la vida como “características especiales”, lo que en realidad hace la vida bella. Algunas veces la gente no puede entender, pero es verdad.
Ayer decía que es similar al excremento de vaca. [Nota de traducción: utilizare algunas palabras que en algunas partes se toma como grosería, pero utilizar cualquier otra palabra podría afectar el significado]. Cada vez que pensamos en las tragedias de la vida: ‘Murió mi esposa’, ‘a mi hijo lo atropelló un camión’,‘perdí mi trabajo’, alguien que ama lo abandonó; tragedias en la vida, cosas que nos hieren. Cada vez que tiene una tragedia en su vida se llama Fertilizante. Como el excremento de vaca. O algunas veces peor, como excremento de elefante ¿Han visto alguna vez la cantidad que elimina un elefante por su parte de atrás? Imagínese si usted estuviera parado debajo. Así se ve la vida algunas veces, como si uno hubiera sido cagado por un elefante. Es pegajoso, oloroso y muy ofensivo. Como tener cáncer, como perder su trabajo. ¿Pero que puede hacer con excremento de elefante? Llévelo a su jardín y úselo como abono. Pero si se queja: ‘¿Por qué el elefante me cagó? ¿Por qué a mí?’ Si se queda en esas, va a apestar. Y si apesta porque carga todo ese excremento consigo se dará cuenta que perderá muchos amigos. Y ahí es cuando la gente se vuelve negativa acerca de la vida, no es la forma de manejar los problemas de la vida. Cualquier cosa que pase en su vida es fertilizante para su compasión, para su sabiduría: ¡utilícelo! Úselo como abono en su vida. Cuando entierra el fertilizante de situaciones infelices, grandes decepciones, experiencias dolorosas, todo eso lo fortalecerá. Si sabe cómo usarlo se dará cuenta en algunos años o en algunos meses que en lugar de ese excremento de elefante, esa cosa olorosa, pegajosa y ofensiva, tendrá un jardín maravilloso, sus flores tendrán más fragancia, serán más bellas que las del jardín de al lado. Y no es sólo para su beneficio porque el aroma de sus flores se esparcirá por toda la calle. Si tiene árboles frutales en su jardín, esas frutas serán más dulces que cualquier otra que pueda comprar en algún almacén. Se podría decir que toda la dulzura viene de la mierda. Y usted comparte toda esa fruta con la gente a su alrededor. El aroma de esas flores es su compasión, las frutas son su sabiduría. Entre más excremento tenga en su vida, más sabiduría y compasión desarrollará. Y cuando entienda la vida dirá: ‘Yo repito. Más mierda para mi sabiduría, más cagadas para mi compasión, quiero más, más, más’. Usted puede hacer eso, ¿por qué no? Si tiene una decepción, si pierde su trabajo o su esposa lo deja, pierde el examen en la universidad o el colegio, le da cáncer, la persona que usted más ama en la vida muere, ¿qué va a hacer con eso? No lleve consigo para todos lados el excremento de la vida, hay mucha gente haciendo eso y ellos apestan. Entiérrelo en su jardín y desarrollará su compasión. Y lo digo de verdad, si usted ha pasado por cosas malas, si ha perdido a un ser querido, si ha pasado por un divorcio, si perdió su trabajo, si ha tenido un cáncer; usted es la persona que puede tender su brazo al de al lado y decirle: ‘Yo sé’. Usted es el que puede ayudar de verdad.
Hace algunos años estaba enseñando en una prisión. Me encanta enseñar en prisiones, ya que allí he encontrado la gente más honesta del mundo. En la vida real la gente no dice la verdad, le dicen una cosa por ganar tiempo, pero no están siendo honestos y abiertos. Pero cuando uno va a una prisión (por lo menos en Australia) la gente le dice lo que está pensando, lo que siente, no anda con máscaras. Es un lugar con una honestidad sorprendente. Cuando fui a una de estas prisiones, después de haber enseñado la meditación, dos de los prisioneros (recuerdo que uno se llamaba Nick) se acercaron y me dijeron; ‘Ajanh, venga acá, quiero mostrarle algo’. Estos dos prisioneros estaban en la cárcel por llevar drogas a Australia, entraron en el negocio cuando eran jóvenes porque querían dinero para mantener su vicio; los atraparon y los enviaron a la cárcel.
En una escuela muy cerca de esta cárcel, una profesora quería hacer algo para que los niños no cayeran en vicios. Pensó en hacer una sesión para mostrarle a los niños el peligro de las drogas, le dijo al director de la escuela y entre los dos pensaron en invitar a algún profesor de la universidad o algún experto del gobierno, pero se dieron cuenta que podían conseguir un mejor “experto” que en realidad supiera. Llamaron a esta prisión e invitaron a dos prisioneros para ir a su escuela para enseñar a los niños lo que significan en realidad las drogas. Qué otros expertos pudieran conseguir que aquellos que participaron en ese juego, fueron atrapados y sufrieron las consecuencias de sus acciones. Alabé a esa escuela por tener el coraje de invitar prisioneros para enseñar a estos niños de 11 y 12 años. Los prisioneros fueron allá, enseñaron con la mano en el corazón, no era teoría, ellos habían estado allí, ellos lo habían vivido, ellos sufrieron, ellos tuvieron esa mierda y supieron lo olorosa que era. Y cuando le enseñaban a estos niños y ellos escuchaban porque los prisioneros eran los expertos, los ex-drogadictos que les decían que pasa cuando se empieza a jugar con esas cosas. Y no sólo fue maravilloso para esos niños. Cuando Nick y su amigo me dijeron: ‘Mire esto’; la mañana siguiente la profesora estaba muy agradecida con los prisioneros por haber enseñado a los niños, que les envió unas tarjetas que los niños les habían hecho en su clase de artesanías y decían: ‘Nick, esperamos que salgas pronto de la cárcel’, ‘Nick, queríamos poner una lima en la tarjeta, pero la profesora no nos dejó’, ‘Nick, ven a visitarnos cuando te liberen’, ’Nick, esperamos que las cosas no sean tan malas en la cárcel para ti’. Todas esas pequeñas tarjetas eran la bondad de esos niños. Y cuando Nick me mostró las tarjetas, que estaban pegadas en la pared de su celda, se atacó a llorar, este gran traficante de drogas y adicto estaba llorando. Es maravilloso ver un hombre como él llorando así y lloraba porque tuvo la oportunidad de ayudar, él sabía lo que era y quería impedir que otra gente tomara el mismo camino que el tomó. Y estoy seguro que ninguno de esos niños se acercó nunca a las drogas después de que Nick y su amigo les enseñaron, con el corazón, lo que significaba. Pero lo importante era que sólo ellos podían enseñar así, porque ellos sabían de lo que hablaban.
Algunas veces el sufrimiento y el dolor en nuestra vida es la única cosa que nos permite tener compasión por otros. Así que cuando esas cosas le pasen a usted, no solo vea los dos ladrillos malos, algo que tiene que destruir, esos son sus “características especiales”, las cosas que lo hacen una persona linda, maravillosa, sabia, compasiva. Después de un tiempo, el sufrimiento en su vida se vuelve felicidad. Eso lo hará sabio, compasivo y feliz. Así que pare de quejarse, haga algo con eso, vuélvase feliz. Yo tengo una vida muy dura como monje, pero la veo como una ventaja y yo soy feliz sin importar lo que tenga que hacer. ¿Le gusta ir al dentista? Me encanta ir al dentista, allá encuentro las sillas más cómodas que puedan haber, especialmente para monje, me puedo quedar allá horas y horas; ‘trabájele a mis dientes sin problema, yo estoy acá disfrutando’. Siempre podemos encontrar algo cómodo, algo para disfrutar, si no se pone a mirar qué está pasando, qué le están haciendo a su boca. Nosotros pensamos demasiado. Tenemos miedo porque pensamos demasiado.
Una de las personas que se quedaba en nuestro monasterio, tenía un diente muy malo. Nuestro monasterio quedaba a 60 kilómetros del pueblo, así que él no se tomó la molestia de ir al dentista, así que decidió quitarse el diente él mismo, sin anestesia. Le pregunté: ‘¿Cómo fuiste capaz de hacerlo?’ Me respondió: ‘Cuando decidí quitarme el diente yo mismo, sin anestesia, eso no dolió. El pensamiento de hacerlo, no dolió. Cuando me dirigía hacia el salón donde lo hice, eso tampoco dolió. Cuando escogí las pinzas no fue doloroso, ni siquiera cuando agarré el diente. Cuando lo jalé, eso dolió, durante dos segundos, no más y el diente ya estaba afuera. Son sólo dos o tres segundos de dolor, ¿cuál es el problema?’ Le dije: ‘Si yo fuera tú, desde antes de agarrar las pinzas me hubiera dolido muchísimo’. ¿Si ve como el pensamiento le causa dolor? ‘Esto va a doler, esto va a doler’, así que empieza a doler. Pensar demasiado es lo que crea más infelicidad en el mundo. Deje que las cosas pasen, no piense que va a doler, porque de pronto ni duele. No prediga el futuro, déjelo que llegue. En lugar de pensar ‘no quiero hacer esto, no quiero hacer esto’, hágalo, es fácil, pensar en ello es duro. Simplemente haga las cosas en la vida, cualquier cosa que le pase en la vida, la puede aprovechar, es fertilizante para su sabiduría, para su compasión. Eso es ser realista, es usar la vida, es elevar la vida, es amar a la vida, es decir: ‘Vida, la puerta de mi corazón esta abierta para ti’. La vida no es el problema, sino la forma como la miramos.
Termino con una historia, de nuevo una historia una prisión. Un día un monje fue a dar una charla a una cárcel y los prisioneros después de la charla lo invitaron a tomar té con ellos. Él se quedó y bebió té con ellos en esta cárcel de alta seguridad y empezaron a preguntarle:
‘-¿Cómo es ser un monje en su monasterio? ¿Qué hace?
- Me levanto a las 4 de la mañana.
- ¿A las 4 de la mañana? Hasta en prisión no nos levantamos antes de las 6. ¿Y toma té a esa hora?
- No, nada de té, hay que meditar sentados en el piso frío hasta las seis y media. A veces nos dan desayuno, a veces no.
- ¿Algunas veces no?
- Así es, a veces no.
- ¿Y después que hacen?
- Debemos trabajar muy duro durante dos o tres horas. Y después nos dan una comida grande, todo en el mismo plato. Todo se termina mezclando, el helado resulta encima del curry (salsa espesa, puede ser con vegetales), el flan resulta encima de los espaguetis.
- ¿Cómo así? ¿Ni siquiera les dan platos separados? ¿No pueden escoger? ¿Y qué pasa después? ¿Pueden ver televisión.
- No, no podemos ver televisión.
- ¿Música?
- Nada de música.
- ¿Sexo?
- Ciertamente nada de sexo.
- ¿Ni siquiera pueden ver una película?
- No, sólo podemos meditar toda la tarde.
- ¿Y algo de deporte?
- Nada de deporte.
- ¿Y que hora se acuestan?
- A las diez u once de la noche.
- ¿Y tienen buenas camas?
- No, dormimos en el piso’.
Ellos estaban disgustados, asombrados. Estaban tan enojados de ver a su amigo, que vino desde lejos para enseñarles a meditar, que tuviera que vivir en esas terribles condiciones, que uno de ellos dijo, olvidando donde estaba: ‘¡Es terrible en su monasterio! ¿Por qué no se viene a quedar con nosotros?’ Invitaron al monje a quedarse en la prisión porque esta era más cómoda que el monasterio. Y lo es, por eso es que nunca desaprovecho la oportunidad de ir a la cárcel. Allá me dan mucha comida, hasta puedo escoger, puedo ver televisión. ¿Pero entonces por qué en nuestro monasterio hay lista de espera de gente que quiere entrar? ¿Y por qué la gente trata de salir de la cárcel? Pregunta fascinante, ¿verdad? ¿Por qué a la gente le encanta ir a visitar y a quedarse en nuestro monasterio y por qué la gente se escapa de la prisión siendo tan cómoda? La razón es que estar en prisión no depende de qué tan cómoda o incómoda sea. Cualquier lugar en el que usted no quiera estar es su prisión. Si está en una relación que odia, se siente como estar en prisión. Si está en un trabajo que de verdad no le gusta, su trabajo es una prisión. Si está en un cuerpo que duele mucho o enfermo de cáncer y no quiere estar allí, se convierte en su prisión. Si está en un cuerpo que está discapacitado y no quiere estar allí, su cuerpo será su prisión. Si está en una situación en su vida que odia, tuvo una tragedia, que no quería, su vida se convierte en su prisión. No importa lo que experimente en la vida, lo que sea, si no quiere estar ahí, se sentirá en la cárcel.
En el monasterio es incómodo, es duro, es hostil; pero si quiere estar allí se siente libre. Si quiere escapar de las prisiones de la vida, siéntase satisfecho con su pareja y se sentirá libre; siéntase feliz de estar en su trabajo y así éste ya no será una prisión para usted. Si puede estar satisfecho con su cáncer, será libre: ‘Esto es fertilizante para mi sabiduría, para mi compasión. Gracias por visitarme. Las puertas de mi corazón están abiertas, entra’. Si puede aceptar vivir con las tragedias de su vida, será libre. No necesita cambiar de vida, es sólo la forma como la vea, eso es todo. Eso significa que puede ser libre dónde sea, sin importar si tiene un cuerpo enfermo, sin importar que no tenga trabajo, así no tenga una pareja en su vida, así no tenga dinero; si está satisfecho de estar ahí, se sentirá libre. No importa qué tan hostil es el monasterio, estará libre cuando sea feliz de estar acá. Ese es el secreto de la libertad. Esas son las prisiones de la vida: cualquier lugar en dónde no quiera estar es su prisión; no necesita cambiar la prisión, sino la forma como la mira. Su prisión se vuelve su libertad. Nelson Mandela hizo eso durante 27 años en la cárcel. Otra gente hace eso. Yo hago eso en mi monasterio, yo no sé que haré mañana, alguien se me acerca: ‘Ajanh Bram, súbase al carro, va a ir a dar una charla a la escuela’. ‘Ajanh Bram, va a dar una charla en la cárcel’. ‘Ajanh Bram, súbase al carro, ya va ir al monasterio a descansar’. Yo sólo hago lo que me dicen. Por eso es que me siento libre. Estoy satisfecho, no importa que pase.
¿Y el dinero? ¿Quieren ser ricos? Les diré cómo hacerlo. Cuando era un monje joven no me dejaban tener nada de dinero. Por eso es que los monjes no pueden recibir dinero, alguien debe recibirlo por ellos para entregarlo al monasterio. Uso los hábitos que me dan, los míos no están hechos por Gucci, uso lo mismo que cualquier otro monje usa. Pero a veces cuando ayudé a alguien, esa persona me dijo: ‘Ajanh Bram, quiero darle algo a usted, no para su monasterio, algo personal, usted me ayudó mucho. ¿Qué le puedo dar? Tengo 100 baht (en esa época eran como 5 dólares), ¿qué le puedo comprar con ese dinero?’ En esa época me sentía feliz, no quería nada. Le dije: ‘En realidad, no se me ocurre nada en el momento. Venga mañana y yo le digo’. Y dijo: ‘Está bien, yo vengo mañana y usted me dice qué quiere’. Fui a mi dormitorio y empecé a pensar que quisiera con 100 baht y se me ocurrió una cosa, después otra, luego otra, hasta que ya 5 baht no eran suficiente. Y traté de sacar algunas de estas cosas de mi lista, pero eran importantes y después de 5 minutos, 1000 baht no eran suficiente. Y me di cuenta lo que pasaba: cuando tiene algún dinero, nunca es suficiente. Tomé el pedazo de papel, lo rompí y lo boté a la basura. A la mañana siguiente cuando esta persona vino le dije: ‘No se le ocurra volverme a hacer eso. Antes de que me dijera eso, estaba satisfecho y feliz, ahora me hizo sentir deseos. Como monje, yo trabajo por nada, nada es lo que quiero’. Si no quiere nada, podrá trabajar por nada, así será libre, se sentirá satisfecho. Pero entonces, ¿cómo ser rico? Con 100 baht, con 1000 baht o con un millón de baht o con un billón de dólares americanos, ¿cree que eso lo haría feliz? Alguna gente dirá: ‘Me gustaría probar’. Si tiene un billón va a querer otro. No importa que cantidad de dinero tenga, nunca es suficiente. Cuando tiene satisfacción, lo que tenga es más que suficiente.
¿Aún no tiene suficiente? Si no tiene lo suficiente, está en prisión. Si siente que tiene lo suficiente: ‘Tengo una pareja maravillosa’, ‘tengo hijos maravillosos’, ‘tengo un país maravilloso’, ‘tengo un maravilloso cáncer que me está enseñando a vivir’, ‘tengo experiencias maravillosas’, ‘mi esposa está muriendo, pero fue maravillosa haberla conocido durante todos estos años’; entonces está satisfecho, entonces es libre, entonces conoce la felicidad. El Buda decía: ‘La felicidad es el final del deseo’. Y les acabo de decir cual es el final del deseo.
Gracias.”
4 Comentario(s):
At 7:55 a. m., Anónimo said…
Excelente reflexion sobre la vida y una gran enseñanza que ojala supieramos aplicar. Gracias por publicarla y compartir con tus lectores la sabiduria de este hombre.
At 10:47 a. m., Anónimo said…
Por Dios (o Buda), con razón escribes cada mes!! Me lo leí completico, y bueno ... gracias por compartirlo. Me dí cuenta que lo que soy es budista-wannabe desde hace muchos años.
At 12:16 p. m., G. said…
Muy buen texto. Gracias por tener la paciencia y el tiempo de traducirlo y compartirlo!
Un abrazo.
At 1:46 a. m., Anónimo said…
Mil gracias por tomarte el tiempo de compartir tantas cosas con nosotros.
Un saludo desde México!!
Elisa
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